miércoles, 30 de noviembre de 2011

Alimentación complementaria

Complementaria significa, precisamente, que sirve de complemento a la leche, bien sea artificial o materna. No ocurre al revés. La alimentación que se va introduciendo poco a poco no es la base, ésta sigue siendo la leche.
Al hablar de alimentación complementaria me vienen a la cabeza las diferencias que encuentras por épocas, por zonas geográficas o incluso por profesionales como pediatras y enfermeras.
Es curioso que dependiendo del criterio médico puedas o debas introducir un nuevo alimento en cada mes. ¿Por qué no pueden tomar piña y sí naranja?, ¿quién razonamiento hay detrás de que la berenjena sea “más peligrosa” que el calabacín? Su pongo que serán preguntas sin respuesta.
Me parece lógico probar, poco a poco, y con sentido común. No es cuestión de que a los seis meses y un día le demos al niño un puré de lentejas con chorizo. Se trata de introducir, paulatinamente, y sin forzar, nuevos alimentos.
Recalco “sin forzar”. Forzar no se refiere sólo a obligar o aplicar violencia física. Insistir demasiado, constreñir, imponer o utilizar amenazas o condicionales también son formas de forzar.
Los niños tienen sus gustos y creo razonable respetarlos. Yo no como garbanzos, nunca, y no he muerto. No me gustan, se me hacen una pasta en la boca y “no me pasan”. Entiendo que deben probar todo, pero luego decidir sus propios gustos, teniendo en cuenta que existen múltiples posibilidades para tener una alimentación sana y equilibrada. No digo que sólo coma chuches (que no debería ni probarlas hasta que tenga unos añitos), pero si no le gustan las judías verdes, igual puede comer guisantes, habas o acelgas.
Hace poco hablaba con una madre que me decía lo mal que comen la fruta sus hijos y se sorprendía al saber que a Óscar sí le gusta. Ahondando un poco más descubrí que les prometía parque a cambio de comerse una gran papilla de plátano, naranja, pera, manzana y galletas… En ese caso, contesté, a Óscar tampoco le gusta la fruta. Él merienda medio plátano a mordiscos, o una rajita de melón, algo de sandía… pero picoteando, y por supuesto, después de mamar. No creo que a un bebé le quepa en la tripa tanta fruta, aunque esté pasada.
Siguiendo con la alimentación complementaria no hay que olvidar el cuando. Se establecen unos criterios de introducción de otros alimentos que no sean leche hacia los seis meses. Pero si el niño sólo quiere teta hasta los ocho, tampoco le va a pasar nada. Lo importante es ir probando.
La textura es importante. Pueden preferir el puré fino, o grueso, o incluso mordisquear algo del plato de papá o mamá.
El sentido común, de nuevo es predominante en esta fase de su desarrollo.
Actualmente tengo un bebé de ocho meses y medio que, muy sabiamente, en la guarde se come “lo que le echen”. Papillas de cereales con mi leche, puré de verduras con carne, fruta, yogurt… Y en casa, nada de nada más que teta. Listo que es uno. Y yo, por supuesto, se lo respeto.
Poco a poco va abriendo la boca y así ha descubierto las delicias del pan con jamón, el arroz cocido, los guisantes, la fruta… Eso sí, a trocitos, minúsculos “como los mayores”.

“Tu leche ya no le alimenta”

Vale, has podido con todo y con todos, has vencido las trabas “normales” que pueden ir surgiendo, pero tu bebé, ya come otras cosas… Entonces, ¡quítale el pecho!
¿Por qué? No lo sé, pero llega una edad en la que muchos pediatras y familiares muy “entendidos” te informan que un buen biberón de leche (no materna, claro, que parece agüilla) con ocho cacitos de cereales (la cream de la cream) le hará dormir del tirón, y desarrollarse correctamente.
En este sentido creo que lo más importante es no quitar la razón a nadie. Tú sabes la relación que tienes con tu hijo y lo que significa para ambos el dar el pecho, entonces, no discutas. Si opinan, que opinen, que es muy normal en nuestra sociedad hablar de lo que no sabemos (no hay más que encender la televisión para encontrar ejemplos a discreción).
En ningún momento tu leche deja de ser leche y se convierte en suero. Es leche materna, por lo tanto, se adapta mejor que la artificial, a las necesidades de cada edad. Por lo tanto, es imposible que no le alimente. Lo que sí es cierto es que en algún momento deberá ser imprescindible tomar algo más (o al menos suplementos de hierro para el bebé si la lactancia exclusiva lo prolonga en el tiempo a partir de los seis meses). Aunque sinceramente no tengo demasiada información al respecto porque no creo que nadie haya hecho la prueba de vivir a base de leche materna hasta la edad adulta…

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